Una persona puede aceptarse a sí misma tal y como es y, aun así, sentir que puede verse mejor con algunos cambios en su físico. La decisión de operarse significa que has dado un paso importante para mejorar algo de tu cuerpo que querías cambiar y que te proporcionará únicamente beneficios físicos y emocionales.
Gracia Pérez Morujo, psicóloga de Clínica FEMM, nos recuerda que “lo importante es tomar la decisión con seguridad y por amor propio, y no como fruto de presiones sociales o modas”.
Dos vertientes diferentes: aceptación y operaciones estéticas
En la actualidad observamos dos discursos muy diferentes entre sí. El primero defiende el amor propio por encima de las cirugías y señala que ambos conceptos unidos no funcionan. “Si te quisieras a ti misma, no tendrías la necesidad de operarte”.
“Las personas que se operan están llenas de inseguridades”. Estas y muchas otras afirmaciones son las que suelen decir las personas que opinan que operarse es sinónimo de inseguridad, de falta de amor propio y de respeto por el cuerpo con el que nacimos y crecimos.
El segundo discurso es opuesto al anterior. Este defiende la cirugía plástica como una mejora de la autoestima. ‘Si te vas a sentir mejor, opérate’; ‘si no te gusta algo de tu aspecto, cámbialo con cirugía estética’. Este planteamiento tampoco es del todo cierto; antes de una operación, debemos encontrarnos en una posición de bienestar mental.
“Un aumento de pecho o una rinoplastia nos ayudarán a vernos mejor, a tener mejor autoestima, pero no serán una fuente de amor propio o aceptación de uno mismo si carecemos de ello, como tampoco nos convertirá en personas distintas” señala Pérez Morujo.
Entonces, ¿hay algo de debilidad en querer mejorar un aspecto de nuestra apariencia? La respuesta es no. Y tampoco son una señal de falta de amor propio: querer mejorar algo de tu físico no significa que no te quieras.
En realidad, todo lo contrario, puesto que la decisión de mejorar algún aspecto de nuestro físico parte precisamente del amor propio y el deseo de vernos mejor. “Me quiero y me acepto a mí misma, pero esta operación puede ayudarme a sentir más comodidad con mi cuerpo”.
Llegados a este punto es importante reflexionar sobre la decisión de la cirugía, las motivaciones y el resultado esperado de la misma. Afrontándola siempre desde un estado mental positivo y sin dejarnos influenciar por presiones sociales o modas. Del mismo modo, es importante respetar la decisión de otras personas y no restarle credibilidad por el simple hecho de que no coincida con otras opiniones.
La mejor clínica para una cirugía estética
Los profesionales que nos ayudan a realizar estos cambios son muy relevantes en el proceso. No solo su técnica, sino su sensibilidad con el paciente. Es vital acudir a doctores que velen por tu seguridad, que se aseguren de que estás en una posición psicológica idónea para operarte, y que te guíen en todo el proceso. La atención personalizada es fundamental en este campo.
Es importante acudir a una clínica de cirugía que defienda estos criterios y que crea en el bienestar de los pacientes por encima del factor económico. El Dr. Ramón Calderón, cirujano plástico de FEMM, afirma que se niega a operar a pacientes que creen ciegamente que una cirugía les cambiará la vida por completo.
Las decisiones sobre cirugías plásticas no deben surgir de una obsesión; son el amor propio y la aceptación de uno mismo los que deben llevarnos a querer cambiar un aspecto de nuestro cuerpo.
En FEMM te ayudamos a decidirte sobre una base de seguridad para que los cambios que desees tengan una base sana. No dudes en pedirnos cita; te asesoraremos en todo lo que necesites, desde el principio y hasta el final del proceso.